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9 de marzo de 2025

El Gobierno vuelve a poner la lupa sobre Villarruel ante una potencial sesión por Lijo y García-Mansilla

En Casa Rosada creen que la titular del Senado tiene la llave para habilitar -o no- el debate. Cuál es el argumento

>El potencial pedido de un sector importante de la oposición para llevar al recinto del Senado los pliegos de Ariel Lijo y Manuel García-Mansilla como jueces de la Corte Suprema -fueron designados “en comisión” por el Ejecutivo y el segundo ya juró- podría tener una jugadora clave: el argumento que circula con más fuerza en la Casa Rosada y en el oficialismo legislativo es que la vicepresidenta y titular de la Cámara alta, Victoria Villarruel, es la única con potestad de convertir en posible un encuentro. Esto podría implosionar, de manera definitiva, la convivencia en el Congreso.

Meses atrás, el kirchnerismo intentó autoconvocarse en el recinto -consideraba que Villarruel no iba a habilitar dicho encuentro- por el presupuesto universitario y no obtuvo quorum para sesionar. Es que, durante el período ordinario, nada impide al pleno de la Cámara realizar un convite, sin necesidad de un guiño del titular del Cuerpo. Esto, más allá de lo que reza el artículo 20 del reglamento del Senado sobre las solicitudes de sesiones: “El presidente, luego de recibir la petición, dispondrá la respectiva citación para el día y hora que mejor estime, si no los ha señalado el Cuerpo, según sea el asunto o las circunstancias del caso”.

A inicios de 2024, la oposición quiso rechazar en la Cámara alta el mega Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU), que desregula la economía. Villarruel apeló al artículo 20 del reglamento para ganar tiempo -el segundo mandamiento, luego de tener el número- a favor del Ejecutivo, que no aceptó ninguna negociación. Cuando la presión fue insostenible, la vicepresidenta permitió la reunión y el Gobierno, sin tener en cuenta el freno previo, fustigó a la funcionaria libertaria y olvidó al kirchnerismo.

Aquel día, el grupo de los 39 de oficialistas y dialoguistas -ahora, 38, tras la expulsión del peronista disidente Edgardo Kueider- pasó a 36, tras el faltazo de los santacruceños José María Carambia y Natalia Gadano, que se unieron al kirchnerismo -supuestos acérrimos enemigos en la provincia- y bloquearon la cita. Es decir, una encerrona para Villarruel.

Si el Gobierno da la orden de no avalar ninguna sesión por tema Corte y la sostiene a fondo, quedaría al borde de un embrollo institucional mayúsculo, con una oposición a tiro de quitarle el control de la agenda legislativa y la caja, si es que se queda con las secretarías parlamentaria y administrativa, respectivamente. Un escenario de ruptura total. Y es ahí donde aparece el verdadero interés de muchos legisladores, el real: no quedar pegados a una tensa votación y, de paso, rapiñar cargos y contratos. Uno de ellos es el del titular provisional del Senado, nada menos que el segundo en la línea de sucesión presidencial.

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