Sabado
12 de Abril de 2025
24 de marzo de 2025
Un nuevo desarrollo de una empresa cordobesa permite que un material clave en la industria alimentaria y farmacéutica sea ahora una opción sustentable
Biopek se desarrolló a partir de la combinación de las propiedades del EPS convencional con procesos que aceleran su degradación. Este material fue sometido a diversas evaluaciones que confirmaron su capacidad para mantener la eficiencia térmica y la solidez estructural en condiciones de uso similares a las del telgopor. Así, la tecnología implementada ofrece una solución a la problemática de los residuos de larga duración, considerando que el EPS convencional puede tardar varios años en degradarse, lo que contribuye a la acumulación de desechos en los vertederos.
La aprobación del uso de Biopek por parte del Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa) resultó ser un hito importante, al validar la seguridad del material para aplicaciones en la industria alimenticia y farmacéutica. Este respaldo oficial permitió que se extendiera su uso a sectores en los que el contacto con alimentos y medicamentos requiere el cumplimiento de estrictas normativas sanitarias.“Esta nueva materia prima que hemos introducido al mercado es una versión mejorada, una evolución o nueva generación del telgopor anterior. No se trata de un material que elimina al anterior, sino de una ‘nueva vida a un material viejo’ –más de 70 años– en la industria del packaging, que con esta innovación pasa a ser sustentable”, comentó Mariano Comba, CEO de Enpolex. “Aclaro esto porque a veces se entiende que se elimina el telgopor, cuando en realidad con este nuevo material se mejora su desempeño ambiental”, agregó.En lo que respecta al negocio, explicó que transforman la materia prima que se produce en plantas de Argentina, Chile, México y Brasil. “La firma Styropek es quien la produce; nosotros la estamos transformando en Argentina en un desarrollo conjunto. Introducimos la materia prima en heladerías (para potes térmicos) y, en el futuro, la idea es sumar embalajes para heladeras, freezers, lavarropas y toda la línea blanca.”
Comentó además que “durante el transcurso de 2025 se migrará a la línea de embalaje de laboratorios. En ese caso, se piden ensayos y pruebas, lo que lleva más tiempo. ”La idea es que este año terminemos de migrar a esta nueva generación de materia prima biodegradable”, sostuvo.Comba destacó que “el producto se biodegrada en cuatro años, ya que posee un compuesto químico que, en ciertas condiciones de temperatura y humedad propias de los vertederos activos, acelera su degradación.”Finalizó mencionando que exportan a Uruguay y Chile, pero, fundamentalmente, venden en Argentina. “Somos más de 200 personas trabajando, contamos con una planta industrial en Córdoba y distribuimos en todo el país. Llevamos operando desde 1989 y, previo a Biopek, fabricábamos los mismos productos pero con una materia no biodegradable”, aclaró.
La introducción de Biopek se produjo en un contexto en el que el reciclaje del EPS presenta cifras muy dispares entre regiones. En Argentina, la tasa de reciclado alcanzó aproximadamente el 14%, mientras que en Europa se llegó a superar el 50% en algunos casos. Frente a esta realidad, la opción ofrecida por la empresa argentina se consideró como una alternativa viable para mitigar la acumulación de residuos no reciclados, ya que la degradación acelerada ayuda a reducir el impacto ambiental derivado de estos materiales.La implantación de Biopek se inició en el sector de las heladerías, en el que la empresa logró migrar el 100% de su producción a este material. El hecho de adoptar este nuevo proceso permitió que se observaran resultados en términos de protección y aislamiento térmico sin que se comprometiera la resistencia mecánica del embalaje.
Como mencionó Combo, el uso de Biopek no se limitó a un solo sector, pues la compañía preveía su aplicación en áreas como la industria farmacéutica y en el embalaje de otros productos sensibles. La capacidad de este material para mantener sus propiedades estructurales y térmicas lo hizo apto para una variedad de aplicaciones, lo que permitió que se evaluara como una solución integral frente a los desafíos de sostenibilidad que enfrentan diversas industrias.
Al considerar la transición hacia materiales biodegradables, las empresas pudieron explorar una alternativa que no solo respondía a las demandas regulatorias, sino que además se ajustaba a la necesidad de minimizar el impacto ambiental de los residuos industriales.Según las proyecciones compartidas por Enpolex, el material ya se estaba utilizando en otros mercados internacionales, incluyendo países como Chile, México y Estados Unidos, mientras que Brasil avanza en su adopción.