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6 de febrero de 2023

La asombrosa historia del Edificio Cabo Corrientes, donde viven miles de personas frente al mar

Edificio Cabo Corrientes (Mar del Plata)

Un boceto escondido, un terreno pedregoso y la tenacidad de una arquitecta convirtieron un lugar inhóspito en cuatro torres imponentes donde se movilizan anualmente más de 10 mil personas.

Fuente: www.mdzol.com. Foto: www.mdzol.com

Pocos edificios en Mar del Plata despiertan tanta curiosidad, amores y odios, como el Edificio Mirador Cabo Corrientes (EMCC). Algunos lo tildan de "complejo de monoblocks", para otros es viejo, han dicho que tiene tintes futuristas, llegaron a comparar su estructura con un libro o cuatro dedos -aunque nada tuvieron que ver con su creación- o hasta con un crucero, por sus más de tres mil ventanas con vista al mar. Lo cierto es que se transformó en un símbolo de la ciudad, cumplió medio siglo en noviembre pasado, y actualmente atraviesa una renovación vinculada a la tecnología y la seguridad.

Allí donde llegó Juan de Garay en 1582 con treinta hombres a caballo, en una travesía que comenzó en lo que hoy conocemos por la Ciudad de Buenos Aires, siguió hasta Tandil y finalmente culminó en Mar del Plata, en búsqueda de oro, se encuentran los cimientos de una mole que se construyó en un lugar donde se decía que nada se podía construir. 

Se trata de un sitio histórico, ubicado en el punto máximo del extremo oriental de la Provincia de Buenos Aires, a metros de donde la goleta "Sarandí", al mando del Almirante Guillermo Brown, fondeó el 30 de octubre de 1826, en uno de los movimientos donde se destacó su inteligencia como conductor naval en la guerra contra el Imperio del Brasil.

En 1968 la constructora Domingo Fiorentini & Hnos. S.A. adquirió el predio de 9.347 m2 delimitado por el Boulevard Marítimo Patricio Peralta Ramos y las calles Aristóbulo del Valle y Falucho. La empresa había proyectado construir allí tres torres individuales, de quince pisos cada una.

En 1969 comenzó la obra. El mayor desafío era realizar un pozo lo suficientemente profundo en suelo considerado impenetrable, constituido por roca del Sistema de Tandilia. El edificio estaría emplazado en el sistema de sierras más antiguo del país y tercero en antigüedad del planeta, con una edad comprobada de 2.200.000.000 años.

Se necesitaron centenares de cargas dinamita para volar miles de toneladas de roca cuarcítica (piedra Mar del Plata). Las explosiones hacían temblar las construcciones aledañas y la constructora debió responder a innumerables reclamos de vecinos damnificados: Fiorentini decidió detener las explosiones y esta es la razón por la cual el segundo subsuelo de cocheras del edificio es algo más pequeño que el primero.

Di Véroli estuvo al frente del proyecto y de la dirección de la obra. Su estilo racionalista afloraba en cada detalle. Los cuatro volúmenes de 16 pisos unidos por un sector semicircular, le dieron a la empresa la posibilidad de comercializar departamentos terminados en diferentes etapas. Primero se habilitó la Torre I paralela a la calle Falucho, la más larga creada para contener los fuertes vientos del sur. Luego se habilitaron las torres II , IV y por último la Torre III.

Los departamentos se comenzaron a vender en 132 cuotas, fijas y en pesos. El 4 de junio de 1975 el ministro de Economía, Celestino Rodrigo, impulsó una devaluación del 150%. El resultado de aquel artilugio económico-político llevó a la quiebra a importantes empresas constructoras.

Domingo Fiorentini & Hnos. S.A. no estuvo exenta al efecto “Rodrigazo”, cuando aún faltaba terminar la Torre III del EMCC. Sin embargo, la familia Fiorentini cumplió con su palabra; todos y cada uno de los compradores recibieron sus departamentos.

Algunos de los flamantes propietarios que habían pagado por sus departamentos precios irreales, favorecidos por el “Rodrigazo”, luego se enfrentaron a una realidad insoslayable: el pago de expensas comunes, en un edificio que, por su ubicación, requería mantenimiento permanente y especializado.

Declive, renacer y modernización

Los propietarios advierten que durante el mandato de Eduardo Duhalde como gobernador bonaerense, en los noventa, fue el peor momento del edificio. “Era tierra de nadie”, coinciden cuando recuerdan que era habitual encontrarse gente extraña merodeando en los pasillos.

“Algunos entraban a los locales y se quedaban dando vueltas, subían a tomar cerveza a los pisos”, graficó uno de los trabajadores del edificio, que recuerda que intentaron expropiarlo para hacer un geriátrico o que se hablaron de otros “negociados”.  

En las sucesivas gestiones, se hizo un trabajo de seguimiento de los problemas más graves a combatir y uno de ellos fue la seguridad.

Por esto, la actual administración emprendió una renovación integral basada en la tecnología y, por ejemplo, mediante la detección de un rostro en las cámaras ubicadas en todos los pasillos y los ascensores, mediante novedosos programas se puede recrear el trayecto que hizo cualquier persona mientras estuvo en el interior del edificio.

Cada vez que un departamento se abre, mientras está deshabitado o con estadías espaciadas, el propietario recibe un Whatsapp o correo electrónico, según su preferencia, contando quién está y por cuánto tiempo, ya que hay una registración previa en el hall principal.

También se implementó un baño para discapacitados con ducha en el hall, que se puede reservar con antelación, al igual que dos quinchos equipados, y hacer uso de un gimnasio con profesores, todo sin costo para los propietarios.

Las torres tienen en total 60 pisos y su fachada está pintada de blanco y azul, en un trabajo que requirió 9 mil litros de pintura, para cubrir 36.700 metros cuadrados, y en su última renovación se extendió por el lapso de un año.

Cómo funciona hoy el edificio donde viven miles de personas

Heriberto A. Giandinoto, administrador del edificio desde 2018, contó a MDZ que anualmente recibe a un centenar de estudiantes de arquitectura de la Universidad de Buenos Aires (UBA), de la Universidad Nacional de Mar del Plata, entre otras casas de altos estudios, interesados en la estructura de Cabo Corrientes. "En el segundo subsuelo se puede ver la zapata (un ancho prisma de hormigón -concreto- situado bajo los pilares de la estructura) que se tuvo que clavar en la piedra. Eso no se ve en ningún otro edificio porque está bajo tierra. Acá tierra no hay", remarcó el líder del consorcio de propietarios.

En las cuatro torres se movilizan anualmente más de 10 mil personas, en un edificio que adquirió en los últimos años tecnología de punta relacionada a la conexión a internet, la seguridad de los departamentos, y que cuenta con un gimnasio y una piscina climatizada.

Se trata de cuatro volúmenes de 16 pisos unidos por un sector semicircular, que permite en emergencias poder lograr una evacuación rápida y efectiva.

Cada departamento tiene fibra óptica, es el único edificio de la ciudad corporativo para las empresas Movistar y Claro, ofreciendo valores irrisorios de contratación y con internet de alta velocidad en los pasillos y otras áreas comunes. También cuentan con agua ionizada.

"Una de las inversiones que queremos hacer este año es lograr una navegación en 3D por cada torre, para que si un bombero tienen que entrar en una emergencia no tenga que esperar a nadie para que el explique cómo se tiene que mover", anticipó, sobre las iniciativas del edificio que cumplió en noviembre pasado medio siglo de existencia.

En un futuro cercano buscarán colocar botones de pánico en todos los departamentos para que si alguien tiene una emergencia pueda activar por sí mismo la llegada de una ambulancia.

El fantasma de los condominios de Surfside

El derrumbe del Champlain Towers South Condo, un edificio de condominios de 12 pisos frente al mar en el suburbio de Surfside, en Miami, motivó múltiples reclamos de propietarios sobre el mantenimiento del EMCC.

“Acá trabajamos con unos arquitectos muy buenos que hicieron estudios con drones y con un grupo de especialistas hicieron agujeros para tomar muestras de las vigas donde llegaron a la conclusión que los hierros están igual que hace 50 años”, reveló el administrador, que asegura que llega al complejo todos los días “entre las 5 menos cuarto y las 5”.

Según  Giandinoto, ex teniente coronel y veterano de la Guerra de Malvinas, “no existe un edificio desde San Clemente del Tuyú hasta Bahía Blanca que tenga este mantenimiento” ni que haya sido construido de esta manera.

“Acá no podés poner cualquier cosa, como aluminio y vidrio, (César) Pelli lo pudo poner (en sus Maral Explanada) porque está en una bahía”, contrastó.

Un manuscrito que pudo ser desechado

"Cuando la arquitecta Débora Di Véroli vino a Miramar a construir su primer edificio, Fiorentini comprobó que era cierto lo que decían, que tenía una forma de trabajar donde se ahorraba muchísimo material. Viste cuando vos llamás al colocador de cerámicos y te dice 'esto no lo puedo hacer con una pieza completa, le voy a tener que hacer unos cortecitos', bueno, con ella no pasaba", recuerda Pablo Luis Márquez, encargado del Departamento de Comunicación Interna del Edificio Mirador Cabo Corrientes, en diálogo con MDZ.

Según el hombre que entrevistó a Di Véroli en reiteradas ocasiones, en uno de sus encuentros con Fiorentini en su oficina de la galería Sacoa -también de su creación- la mujer divisó en su escritorio un boceto enrollado que le llamó la atención y le preguntó que era: "Ella lo vio y le dijo 'Don Domingo, usted me está escondiendo algo'", describió.

Y ahí le contó que había comprado un predio en Cabo Corrientes donde no había nada, porque "no se podía construir un chalet en la piedra" y le advirtieron que podía ser un mal negocio.

"Entonces, Fiorentini le dijo 'me pescó', se lo mostré a otro arquitecto y pensamos hacer en Cabo Corrientes tres torres en esta disposición (dijo, abriendo los dedos), un proyecto muy parecido al que hizo César Pelli con sus Maral. Pero ella empezó a visualizarlo y le señaló, 'desde los departamentos de acá no van a poder mirar para el mar, van a ver hacia Los Troncos'. Con la confianza que habían generado y la sensación de cuando aparece una gran idea, le propuso llevar al papel las ideas que se le estaban ocurriendo", relató Márquez.

La arquitecta le propuso encontrar la manera de que todos los departamentos miren al mar y que iba a lograr duplicar las unidades. Para eso volvió a unos de los edificios Eiffel, en Güemes y Colón, donde residía gran parte del año, y se sentó horas y horas a dibujar lo que sería su obra que le valió la fama mundial.

"Pudo lograr en una serie de cálculos magistrales realizar las cuatro torres que, por más que no lo parezca a simple vista, no tienen la misma dimensión porque la torre 1 es más larga ya que los vientos más fuertes vienen del lado sur, del puerto, por eso dispuso que se vayan achicando", contó, apasionado, el trabajador de Cabo Corrientes.

Quiénes viven en el edificio más famoso

En los 554 departamentos hay personas de “múltiples profesiones” y nacionalidades, pero están ocupados anualmente unos  120.

Muchas de estas personas realizan teletrabajo, con “vista al mar”, como abogados, médicos, psicólogos e ingenieros.

Por sus pasillos, de 50 metros, pasaron la reconocida actriz Silvia Montanari y Nelly Trenti, la histórica locutora de Mirtha Legrand, entre otras personalidades.

También hay propietarios chinos, rusos y ucranianos. Autoridades y empleados de Equinor (la petrolera estatal noruega y una de las mayores del mundo en offshore), que se aboca a la búsqueda de petróleo en las costas del Mar Argentino, también mostraron interés en adquirir algunas unidades en los últimos meses.

Cuánto cuestan las expensas

Hay departamentos de 3 a 6 ambientes y cocheras que cuentan opcionalmente con bauleras, por las cuales se pagan precios “muy accesibles”, aseguran desde el consorcio de propietarios.

Respecto a las gestiones que se hicieron con la fibra óptica, los que contratan solo internet pagan $1.300 por mes, mientras que los que sumaron a eso servicio de cable unos $3 mil.

Las expensas de departamentos de 3 ambientes rondan los $13 mil pesos por mes; una “media punta”, como llaman a los de 4 ambientes, entre $16 mil y $17 mil; mientras que los más grandes, que llegan hasta 6 ambientes pueden pagar hasta $30 mil.

En ese costo también se absorbe la recolección de residuos que se hace actualmente con una empresa privada que recoge las bolsas tres veces por día.

Los reclamos y consultas se pueden hacer a través de una página web oficial, aunque también usan un grupo de Facebook privado donde comentan las novedades del edificio.

Finalmente, las cocheras, con apertura de portón eléctrico a través de la lectura de patentes, pagan $3 mil y $4 mil, si tienen bauleras.

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