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16 de agosto de 2024

Victoria Hladilo traslada al cine el humor incómodo de “La culpa de nada”

Con buena parte del elenco de la obra de teatro, la película hace foco en las tensiones de una pareja en crisis y los vínculos. “Pone de relieve la hipocresía y el destrato”, dice la directora y protagonista

>Victoria Hladilo, conocida por su trabajo como actriz, guionista, directora de cine y dramaturga, ha adaptado su reconocida obra de teatro La culpa de nada al formato cinematográfico. La película se proyecta en el Cine Gaumont hasta el miércoles 21 de agosto, con proyecciones diarias a las 22 hs.

Hladilo compartió su perspectiva sobre el proceso creativo: “Comencé haciendo teatro, pero rápidamente me puse a estudiar dirección de cine. Descubrí allí mi pulsión por contar historias.” La película busca explorar temas de hipocresía, destratos y la dificultad en mantener las relaciones de pareja y amistad, aspectos que Hladilo considera críticos para las generaciones contemporáneas. “Escribir una película es para mi indagar en un asunto que me atraviesa,” añadió la directora.

La película surge de un proyecto teatral que tuvo éxito entre 2016 y 2020, presentándose en diferentes escenarios como el teatro El Camarín de las Musas y varios festivales. La obra original se sostiene desde la autogestión, un aspecto vital en un contexto cultural argentino donde las ayudas para la producción se han reducido considerablemente.

Además de su faceta como directora y guionista, Hladilo también ha trabajado en proyectos publicitarios y dictado talleres de guión y dirección de actores. Entre sus otros trabajos se encuentran los cortometrajes Bombones sueltos, Yo conozco a esa chica y Como dos. “Es un desafío para mí construir personajes adorables y despreciables a la vez, generar empatía para habilitar que comiencen a accionar más allá de lo que esperamos” compartió en referencia a su enfoque en la creación de personajes complejos.

—¿Cómo fue el proceso de adaptar una exitosa obra de teatro a una película?

—Me formé como directora de cine antes de estrenar mi primera obra de teatro, por lo que siempre estuve en el mundo de la ficción y la narración de historias. Trabajé como directora en publicidad antes de dedicarme al teatro. Cuando estrené mi primera obra, Sala Roja, comenzaron a surgir propuestas para adaptarla al cine. Vendí los derechos para una posible adaptación y eso despertó mi deseo de realizarla yo misma. Con el mismo equipo de trabajo empezamos a explorar la idea y poco a poco se fue convirtiendo en una realidad. Lucas Schiavi, director de fotografía, se sumó al proyecto y empezamos a planificar la película. Durante la pandemia, tuve el tiempo necesario para adaptar el guion, y una vez lista una primera versión, todo comenzó a organizarse y a hacerse posible.

—En la obra La culpa de nada se trabaja mucho con el extraescena, aprovechando el espacio limitado del teatro para sugerir una totalidad. En cambio, el cine permite mostrar todo lo que ocurre, tanto en el pasado como en el presente. Así que el principal desafío fue decidir qué elementos del extraescena debían convertirse en escenas visibles. Ampliar y transformar esos momentos implicó crear y encajar las escenas en la continuidad de la trama, que en La culpa de nada es muy precisa y simultánea. Fue necesario organizar los tiempos para que todo sucediera de manera coherente.

—¿Por qué elegiste trabajar con los mismos actores y compañeros con los que has colaborado durante años?

—¿Cómo fueron las primeras funciones? ¿Sintieron que la película funcionó tan bien como la obra de teatro?

—Asistí a todas las funciones semanales, acostumbrada al formato teatral. Muchos actores y actrices también vinieron, y siempre tuvimos espacios de conversación e intercambio. Muchas preguntas giraron en torno a la adaptación y las elecciones hechas. Durante una de estas conversaciones, debatimos sobre quién era el protagonista de la película y concluí que el verdadero protagonista es lo grupal, la manada. Uno de los actores que estuvo desde el estreno de la obra mencionó que nunca había pensado en esto y se sorprendió de cómo, ocho años después, el material seguía ofreciendo nuevas interpretaciones. Esta transición al cine ha permitido que ciertos aspectos y personajes, como el de Luciana, que interpreto yo, adquieran más importancia y reflejen los cambios sociales recientes, especialmente en relación con las mujeres. La película está permitiendo nuevas lecturas y perspectivas que la obra de teatro no tenía.

—¿Este cambio también se refleja en la trama, donde mujeres que parecían tan distintas comienzan a ver que tienen más en común de lo que creían?

—¿Cómo fue autodirigirte en la película, considerando que ya estás acostumbrada a este doble rol en el teatro?

—¿Qué te motivaba a continuar con esa historia y pensar en la adaptación, en lugar de crear un material nuevo?

—Como hablamos el otro día con Julieta Petrucci, la actriz, la película termina siendo más completa que la obra de teatro. La obra esbozaba algo que la película logra plasmar completamente. La película mantiene el humor incómodo de la obra de teatro, algo que noté al escuchar las risas del público durante las funciones, creando una conexión cercana entre los espectadores y la película. Además, la película profundiza en la patética situación de cada personaje, ofreciendo una visión más detallada de sus experiencias. La obra de teatro tenía una mirada más general, mientras que la película se centra en las particularidades de cada uno. La red de apoyo de mi equipo de trabajo, con quienes ya había colaborado, me dio la confianza para hacer esta adaptación. No es lo mismo sentarse sola a escribir un guion nuevo y buscar un equipo, que ya tener un grupo con el que dar el primer paso. Eso me motivó y permitió llevar a cabo esta adaptación.

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