Miercoles
26 de Noviembre de 2025
26 de noviembre de 2025
El empresario pesquero Raúl "Tato" Cereseto expuso en el Seminario de Intereses Marítimos realizado en el Senado de la Nación, donde planteó un diagnóstico contundente: la Argentina desaprovecha el potencial de su industria pesquera por falta de políticas públicas que integren a todos los actores del sector. Su intervención, ante un auditorio compuesto por empresarios, gremialistas y legisladores, dejó una idea clara: sin un rumbo definido desde el Estado, la actividad seguirá limitada por una matriz productiva estrecha y por decisiones que no contemplan su importancia económica y social.
Cereseto comenzó comparando los números de la carne y el pescado para graficar la relevancia del sector. Recordó que en 2024 la Argentina exportó 930 mil toneladas de carne, mientras que las capturas pesqueras alcanzaron 820 mil toneladas. La diferencia, señaló, no es tan grande, pero la percepción social sí lo es: “El país valora su producción ganadera, pero no pondera el peso real del pescado”, cuestionó. Según dijo, fuera de las provincias con litoral marítimo, la pesca sigue siendo “un gigante invisible”.
Para el empresario, esa falta de reconocimiento está directamente vinculada con la ausencia de políticas públicas. “Los empresarios queremos participar, sentarnos en la mesa y trabajar en conjunto, pero necesitamos lineamientos de Estado que pongan en valor al sector”, sostuvo. En esa línea, hizo autocrítica: reconoció que la industria se concentró en pocas especies —el 84% de las capturas provienen de calamar, langostino y merluza— porque son las que mantienen rentabilidad. Por eso consideró imprescindible diversificar la matriz productiva para generar más empleo y reducir la dependencia de tres recursos.
Otro de los puntos que planteó fue la necesidad de revisar la matriz de costos y la matriz fiscal, dos factores que condicionan la competitividad. Explicó que la actividad no forma precios, por lo que los conflictos entre cámaras empresarias y gremios suelen quedar expuestos en los medios, pero responden a tensiones estructurales. “Si el precio lo determina el mercado internacional, inevitablemente tenemos que discutir los costos internos”, afirmó.
Cereseto también insistió en que el país debe apostar a generar valor agregado. Puso como ejemplo el procesamiento del langostino fresco en el exterior, algo que —dijo— podría hacerse en origen con políticas que incentiven la industrialización. A su vez, resaltó que las certificaciones de sostenibilidad, como la del langostino de Rawson, son otra vía para incrementar el valor de los productos, pero requieren financiamiento y planificación estatal.
El empresario dedicó un tramo importante de su exposición al rol de la ciencia y la formación profesional. Agradeció el aporte de los biólogos y técnicos en los avances de sostenibilidad y reclamó fortalecer la oferta académica para formar especialistas capaces de acompañar el crecimiento del sector. En ese marco, consideró que la acuicultura es una oportunidad desaprovechada: “Con cuerpos de agua en mar, ríos y lagos, Argentina no puede seguir en una etapa embrionaria”, advirtió.
Finalmente, alertó sobre el bajo consumo de pescado en el país y cuestionó la falta de programas que lo promuevan desde la infancia. “Hay modelos exitosos como España, donde el Estado y las empresas trabajan juntos para incorporar esta proteína en la escuela”, recordó.